Camino del sprint inevitable de Zaragoza –victoria del colombiano de Paipa, su laguna en Boyacá, su nombre de conquistador, Juan Sebastián Molano— el tiempo parece detenerse. Vuela el pelotón a 44 por hora y parece que va parado, tanta necesidad de speed genera, casi adicción, abuso. Bostezos. Tiempo que no pasa, en el que no pasa nada. Ni siquiera parece pasar el paisaje, que se repite en bucle. Rodea el Moncayo, que no sopla ni asusta como otras veces, y Egan Bernal, incómodo, ya se clava en la cola, en la punta del látigo que le lleva de un lado a otro. Los Monegros psicodélicos, a su izquierda. El Ebro. Calor de ola de calor. Toca pedalear. Verano tardío. La imaginación, en los Pirineos. El día siguiente. El Tourmalet que espera también caluroso. Más de 20 grados, dicen, calentarán en la cima. Ni en julio en el Tour así. Pero en el Tour, llegando al Tourmalet, se acelera tanto, ansiedad, anticipación, el corazón de Sepp Kuss, el gregario líder. El tercer hombre del Jumbo. “Mis líderes, Jonas Vingegaard y Primoz Roglic, tienen experiencia, saben ganar”, dice el ciclista de Durango, Colorado, en su español peculiar. “Para mí, cada día de líder es un paso en un territorio en el que nunca he pisado. No sé hasta dónde puedo llegar, pero tengo mucha confianza en mí mismo e intentaré ganar la carrera”. Espera que ataque Remco Evenepoel para contrariarle, y dejar atrás a los españoles, a Juan Ayuso, al que le duele todo después de la caída del miércoles, y duerme mal; a Enric Mas, que espera la ola.
El tiempo solo late al final. Meta volante en Villanueva, junto al Gállego. Los Jumbos abren los ojos, los únicos, y Roglic esprinta para ganarse 4s. Ya está solo a 23s de Remco. No se cansa de atosigarle al fogoso belga. Los UAE de Molano miden el tiempo. Esperan, pacientes, su tiempo, en el arco de María Agustín, pasado el falso mudéjar de la plaza de toros. Marc Soler, que se multiplica en la montaña en apoyo de Ayuso y Almeida, le coloca a Molano a rueda de Rui Oliveira. Se pegan a la izquierda. Neutralizan a los Alpecin de Kaden Groves. Con calma esperan su tiempo y cuando llega, Molano le grita, dale, es la hora, al portugués. “Hice mis buenos vatios. Me dejó en posición. Solo tuve que impulsar y ganar”, dice Molano, ya ganador en Cibeles en 2022. “Fue el gran día”.
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