“Los jóvenes no leen porque el móvil es una forma de ocio mucho más asequible” | Educación

Miguel Salas.
Miguel Salas.INMA FLORES

Miguel Salas (Madrid, 45 años), doctor en literatura comparada, está convencido de que en un mundo tan agresivo y con tantos elementos de dispersión resulta casi una proeza que los adolescentes ―fieles lectores de pequeños― no abandonen la lectura, que a su juicio es fundamental para recuperar la capacidad de concentración ―que ve mermada en sus alumnos de un colegio concertado de la capital― y para adquirir una buena comprensión lectora, el talón de Aquiles de muchos españoles que no entienden el enunciado de lo que se les pregunta. En su libro (En) plan lector: sobrevivir a la adolescencia sin dejar de leer (Plataforma) Salas, que ha trabajado en universidades de China y Taiwán, propone a los profesores ―también imparte clase en la Universidad de Comillas― leer a sus alumnos en voz alta y establecer un diálogo con ellos sobre textos clásicos; mientras que a los padres les recomienda establecer una rutina horaria de lectura, no utilizarla para castigar o premiar, visitar bibliotecas (aunque se compren libros) y no empeñarse en que sus hijos lean los títulos que a ellos les cautivaron en su juventud.

Pregunta. En la crisis del 2008 la venta de libros infantiles no bajó y, sin embargo, los padres apenan leen.

Respuesta. Hay un gran prestigio de la lectura que nadie se atreve a discutir, pero vivimos en un entorno muy agresivo para la lectura. Vamos adquiriendo nuevos hábitos muy rápidamente como el móvil, sin pensar si queremos o no. Tiene más que ver más con eso, que con un abandono de la lectura consciente.

P. ¿Por qué en la adolescencia se deja de leer?

R. Se vuelcan más en compartir con los amigos experiencias. El móvil es un ocio mucho más asequible. Ver un vídeo de 30 segundos no cuesta nada, pero sacar un libro nos lleva un esfuerzo, aunque la recompensa sea mucho mayor.

Con el móvil encima de la mesa, se actúa como una persona con un cociente intelectual bastante inferior

P. Usted en el libro es muy crítico con las redes sociales.

R. La concentración de mis alumnos ha caído una barbaridad con los teléfonos inteligentes. Tocamos el móvil cerca de mil veces al día y nos conectamos unas 150 veces. Con el móvil encima de la mesa, se actúa como una persona con un cociente intelectual bastante inferior. Muchas veces los niños que brillan académicamente practican ballet o música, que exigen mucha concentración. Los chicos suelen ser muy conscientes de que no recuerdan los vídeos cortos que han visto o de que se ponen nerviosos si no hay un cambio de actividad. Ven las series a 1,5x de velocidad ―porque son incapaces de aguantar el ritmo― e incluso la música. Ninguno acaba de escuchar una canción, siempre le dan al botoncito antes. Eso hace que su capacidad de atención esté triturada.

Es falsa esa idea de que las redes sociales son un nuevo medio de comunicación

P. Así es imposible que lean una novela.

R. Leen porque no les queda más remedio, pero luego les gusta mucho. En mi colegio les llevamos a la biblioteca una vez a la semana a que lean. No pueden sacar el móvil ni hacer otra actividad. A la mayoría les encanta. Lo fundamental es una buena selección de textos y dejarles tiempo para que lean. Pero luego llegan de casa cansados y les pasa como a los adultos, que les tira el móvil. La lectura sería el ejercicio perfecto para que los niños volvieran a ser dueños de su capacidad de concentración. Es una lucha que merece la pena plantear en los colegios frente a tantas tabletas. Las redes sociales sacan dinero de su fragmentación de la atención. Siempre les digo a los niños que ellos son el producto, si no, estarían pagando por las redes sociales. Es falsa esa idea de que las redes sociales son un nuevo medio de comunicación, son un medio de publicidad.

P. Usted recomienda tener una conversación con el adolescente antes de recomendarle una temática.

R. Es fundamental. Yo les pregunto para empezar. Tienes que interesarte por su mundo. Y eso es muy difícil. En secundaria llevo 11 años y al principio tenía las claves de los niños y ahora me cuesta un montón. Antes las tenía porque yo veía la televisión y ellos también y de vez en cuando coincidía lo que veíamos. Pero ahora nosotros el ocio no lo tenemos donde lo tienen los niños, que lo tienen ya todo en YouTube, Tik-Tok…

P. De forma que está en contra de usar el móvil con fines educativos.

R. No es un instrumento de trabajo. Tienes una hoja de cálculo, un correo electrónico… pero junto a un montón de elementos de dispersión. Soy un converso. Entré muy entusiasmado, pero me he dado cuenta de que es excitar a los alumnos en la dirección equivocada. Se ponen muy contentos, pero el poso que deja es mucho menor. El curso que viene no les voy a subir los apuntes a la red. Me he dado cuenta de que les estoy robando la capacidad y la posibilidad de atender y de sintetizar ideas. Luego, cuando estudian tus apuntes, no entienden, porque no han atendido en clase.

P. Insiste mucho en la falta de comprensión lectora a todos los niveles, también en enunciados matemáticos.

R. Si yo no tengo palabras para nombrar algo, ese algo no existe para mí. En el libro doy el dato. A los 20 meses de vida, un bebé de familias de nivel cultural alto maneja 200 palabras y de nivel cultural bajo 20. Es que es una barbaridad. Aprenden a leer con retraso y, cuando empiezan a utilizar la lectura para aprender, les faltan las palabras. Muchas veces cogen tirria al aprendizaje. Muchos hemos descubierto nuestras vocaciones en el colegio, pero si no eres capaz de entender, nunca te vas a entusiasmar por nada.

No pasa nada si leen una revista de motos, lo importante es que adquiera hábito lector

P. ¿Hay que buscar textos más acordes a estos tiempos y renunciar a los clásicos?

R. Ni una cosa, ni otra. Hay que hacer una lectura contextualizada de los clásicos del profesor al alumno, se ha perdido leerles en clase en vox alta. El profesor tiene que dominar bien los textos clásicos, extraer fragmentos interesantes y ponerlos en contacto con la vida de los alumnos. Y hacerlo despacito, pero para eso tendríamos que separar literatura y lengua [en dos asignaturas], porque si no el temario nos come. Leer El Lazarillo o La Celestina no va a crear lectores. Necesitamos poner a su disposición libros clasificados por temas, por intereses y que ellos cojan uno y lo cambien si no les gusta. No pasa nada si leen una revista de motos, lo importante es que adquiera hábito lector.

P. Sorprende en el libro la afirmación de que la lectura mejora la empatía.

R. Todos los que somos lectores creo que hemos experimentado la sensación de podernos poner en la piel de una persona que no tiene nada que ver de primeras con nosotros. La literatura te hace entender que bajo las diferencias, como dicen los chinos, está el ser humano.

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