Las lluvias de dimensiones bíblicas que empezaron a azotar el lunes Grecia para extenderse después a Turquía y Bulgaria han causado once muertos ―una cifra que probablemente aumentará, ya que varias personas permanecen desaparecidas―, han inundado ciudades, destruido infraestructuras y causado daños en el patrimonio monumental clásico que atesora la zona, cuya gravedad todavía no ha podido ser determinada.
Nunca había llovido tanto en Grecia. O, mejor dicho, los servicios meteorológicos nunca habían observado tal cantidad de precipitaciones en un solo día. Los habitantes de Magnesia, una céntrica región situada a medio camino entre Atenas y Tesalónica, viven uno de los días más complicados que recuerdan. Llueve tanto que tal vez los récords no queden registrados: el Observatorio Nacional de Atenas ha publicado que la mayoría de las estaciones meteorológicas de Magnesia y las islas Espóradas, donde han recibido cantidades extremas de lluvia en los últimos dos días, han dejado de transmitir sus datos debido a los cortes de electricidad.
Efthymis Lekkas, uno de los mayores expertos en desastres naturales de Grecia, ha calificado la dana Daniel (el primer medicane o huracán mediterráneo de la temporada) como histórica. Lekkas ha dado cifras apabullantes a los medios locales: “En Volos [capital de Magnesia] se depositaron 150 millones de toneladas de agua y lodo en un solo día. Es prácticamente imposible que ninguna infraestructura soporte todo este volumen”, aseguró. Este veterano académico, que dirige uno de los servicios de prevención de catástrofes del país, afirma que, aunque nunca se había visto nada similar, no le causa sorpresa: “El fenómeno tiene una intensidad muy alta, extrema, tanto por su duración como también porque ocupa un área geográfica muy grande. Pero venimos previendo esta posibilidad desde 2015, está esencialmente documentado”.
El cuerpo de bomberos informó a través de X, antiguo Twitter, que ocho de sus agentes recuperaron el cadáver de una anciana de 87 años en un arroyo de Paltsi, en la península de Pilio (Magnesia). Con ella asciende a dos el número oficial de fallecidos, y en esta zona han desaparecido otras dos personas, de 85 y 70 años. El ganadero fallecido el martes tenía 51 años. Aún no se tienen noticias del padre que fue arrastrado por la riada el martes, mientras conducía el coche donde viajaba con su hijo. Aunque inicialmente los medios locales publicaron que se trataba de una persona de 34 años, este miércoles la agencia estatal AMNA ha asegurado que es un hombre de 42 años. Los bomberos localizaron con vida a una pareja de turistas austriacos que durante unas horas fueron contabilizados como desaparecidos.
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El alcalde de Volos, Ajileas Beos, ha calificado el estado de su ciudad como en “situación de guerra” y ha reconocido que, a pesar de los esfuerzos, los servicios municipales no han podido restablecer el suministro de electricidad y agua potable. Los residentes de la zona no pueden utilizar la telefonía fija desde el martes por la tarde y, debido a la falta de electricidad, tampoco pueden recargar los móviles en los pocos sectores donde las antenas siguen en funcionamiento. Es una dificultad extra para evaluar las consecuencias, dado que muchas zonas están totalmente aisladas también por tierra y los helicópteros no pueden volar en las condiciones de vientos huracanados o lluvia torrencial que no cesa desde el lunes por la noche.
Daños en la ciudad antigua de Epidauro
Otras provincias también están sufriendo los rigores de Daniel. El alcalde de la turística localidad de Epidauro, Tassos Chronis, ha calificado los daños como “gravísimos”, tanto en la ciudad nueva como en la antigua, mundialmente famosa por su teatro y el sitio arqueológico que lo rodea. Lárisa, la quinta ciudad más grande del país, está en alerta roja. En Tríkala, otra importante ciudad del centro del país, la policía ha prohibido la circulación. Daniel ha llegado ya a la región de Atenas pero, hasta el momento, no ha provocado daños en la capital ni tampoco en el Pireo, el principal puerto del país.
Este miércoles se están produciendo fuertes tormentas en varias regiones del centro que no solo no remitirán, sino que volverán a intensificarse el jueves por la mañana, según la previsión. Especialmente en las zonas orientales de Tesalia y las Espóradas. El Servicio Metereológico Nacional Heleno También pronostica fuertes lluvias en el Peloponeso, Macedonia central, Ática, las Cícladas y Épiro, es decir, en las demarcaciones más turísticas del país, cuando aún no ha terminado la temporada alta.
La nota surrealista del día la ha protagonizado el servicio de emergencias 112, que envió un mensaje de aviso a la ciudad equivocada. La alerta estaba destinada a los residentes de Imathia, Pieria y Jalkidikí, pero fue recibida por los residentes de Tesalónica.
La trampa urbanística de Estambul
Parte de la borrasca Daniel llegó al noroeste de Turquía durante este martes, provocando riadas e inundaciones que han dejado al menos siete muertos, más de una docena de heridos y varios desaparecidos. Pese a que en Estambul la precipitación fue menos copiosa que en Grecia (se recogieron 125 litros por metro cuadrado en la orilla europea) y apenas se prolongó durante la tarde y parte de la noche, la propia estructura urbana de la megalópolis turca (con construcciones en colinas, hondonadas y antiguas torrenteras) provocó el desastre, como en anteriores ocasiones de fuertes lluvias.
A una mujer turca de 57 años se la llevó por delante una riada cuando salía de un café en el distrito de Basaksehir y su cadáver fue recuperado horas después; y un hombre de 32 años y nacionalidad guineana perdió la vida en las inundaciones en el vecino distrito de Küçükçekmece. Otras doce personas han resultado heridas y permanecen ingresadas, informó el ministro de Sanidad, Fahrettin Koca. Durante toda la noche, más de 2.000 efectivos de bomberos y protección civil, así como de otras agencias municipales, llevaron a cabo decenas de rescates y achicaron litros y litros de agua de túneles y calles.
En la provincia Kirklareli, fronteriza con Bulgaria, las abundantes lluvias provocaron el desbordamiento de un río en una zona boscosa cercana al municipio de Igneada. El río anegó en agua y barro una carretera y arrastró vehículos, los bungalows de un camping y maquinaria de una instalación maderera. Se perdió el contacto con doce personas en la zona, lo que motivó el inicio de una operación de búsqueda con efectivos de las agencias estatales AFAD y UMKE, y también de la guardia costera, ya que se trata de una zona muy cercana a la costa del mar Negro. Seis de los desaparecidos fueron rescatados y de otros cinco solo se hallaron los cadáveres, mientras continúan las labores de búsqueda de la persona restante.
Apenas una treintena de kilómetros al norte, ya en territorio búlgaro, Tsarevo, una turística ciudad también en la costa del mar Negro, amaneció de luto oficial por las víctimas de las lluvias torrenciales, que han provocado el desbordamiento de varios ríos y graves riadas. También se han cancelado las celebraciones del día nacional de la Unificación en toda la región. El estado de emergencia se ha declarado en la zona y se ha instado a los vecinos y turistas a que no bajen a las plantas bajas. Varios hoteles y al menos dos campings han sido evacuados. En uno de ellos, el nivel del agua alcanzó los dos metros, arrastrando hasta el mar coches y caravanas. Dos personas (un hombre y una mujer) murieron el martes al destrozar una riada el puente en que se hallaba su vehículo, y otras dos personas (una madre y su hija) permanecen desaparecidas. Viajaban en un vehículo al que un río desbordado se llevó por delante hasta el mar y los efectivos del ministerio de Interior tratan de localizarlo con ayuda de barcos y un dron.
Las lluvias torrenciales, antaño escasas en esta zona del mar Negro, se están haciendo cada vez más frecuentes. En Tsarevo se llegaron a recoger el martes 300 litros por metro cuadrado. El primer ministro búlgaro, Nikolay Denkov, aseguró que estas precipitaciones cuadriplican la media habitual de precipitación. En declaraciones citadas por la Agencia de Noticias Búlgara, el ministro de Medio Ambiente, Julian Popov, admitió este lunes que las infraestructuras búlgaras no son las adecuadas: “Estamos siendo testigos del cambio climático, lo que significa un mayor riesgo de sucesos extremos. Incluso aunque las lluvias de ayer [martes] no alcanzaron el récord de precipitación, podemos esperar lluvias más intensas y frecuentes en el futuro”.
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