Los jugadores de baloncesto se hacen inmortales dentro de una gigantesca esfera plateada. Es imposible no ver el edificio que alberga el Salón de la Fama, ubicado en la ciudad de Springfield, a un costado del río Connecticut y en los límites entre este estado e Illinois. La mañana de este sábado, el museo estaba lleno de turistas vestidos con ropa de gimnasio, quienes se fotografiaban con antiguas camisetas de los Celtics o las gigantescas zapatillas de Shaquille O’Neal. Los aficionados también se retrataban frente al enorme muro de cristal que contiene cientos de nombres de las mujeres y hombres que han popularizado el baloncesto desde 1959. Desde este fin de semana hay 12 nombres nuevos. Les llaman la promoción 2023.
John Rusin y Lala Duncan, una pareja originaria de Wisconsin, se paseaban esta mañana por el Salón de la Fama con una camiseta de Pau Gasol y una chaqueta de los Lakers, el equipo angelino con el que el español conquistó dos títulos. Gasol es uno de los doce que han entrado este año al Olimpo del baloncesto. Lo hace junto al francés Tony Parker, quien ganó cuatro campeonatos con los Spurs de San Antonio, y el alemán Dirk Nowitzki, quien jugó 21 temporadas, toda su carrera, para los Mavericks de Dallas, una ciudad a la que dio su primer anillo de la NBA. Estos tres jugadores han profundizado para siempre la huella europea en la liga de baloncesto.
“Parte de lo bonito de esta experiencia es que te unes a un grupo de leyendas y jugadores, de Hall of Famers, que te acogen, te dicen ‘bienvenido al club’. Se agradece que estos jugadores estén presentes para tranquilizarte”, dijo Gasol en la alfombra roja, cuando confesaba algo de nerviosismo por lo que venía en la noche. Esto a pesar de tener un año de reconocimientos. En marzo, los Lakers retiraron el 16 portado por Gasol en Los Ángeles, uno de los mayores honores para un jugador.
Dentro del Symphony Hall, el teatro que albergó la ceremonia, había jugadores, entrenadores y árbitros, que forman parte de la gran familia a la que Gasol y su promoción se une ahora. La gente los reconoce gracias a un saco color naranja, del mismo color que un balón de baloncesto, una prenda de un color tan incombinable que solo sirve para destacarse en este mar de leyendas, récords y estadísticas. Jugadores en activo, como la estrella de los Celtics, Jason Tatum, el pívot de Miami Heat, Bam Adebayo y Chris Paul, uno de los mejores bases de la liga, estaban hoy en una categoría inferior frente a sus pares. Deberán esperar cuatro años después de retirarse para sumarse a este selecto grupo.
En su discurso, Gasol se detuvo un momento para reconocer a los jugadores europeos de la primera ola. Habló de su compatriota Fernando Martín, los lituanos Sarunas Marciulionis y Arvidas Sabonis, el alemán Detlef Schremph, el serbio Vlade Divac y los croatas Drazen Petrovic y Dino Rada. También mencionó a Toni Kukoc, el legendario alero de la Jugoplastika de Split y los Bulls de Jordan. Él fue la gran inspiración de Gasol cuando este era un chaval. Hoy lo ha acompañado en su entrada al Salón. “Si me lo hubieran dicho de niño no lo hubiera creído. Y, sin embargo, aquí estamos”, dijo Gasol. Su otro presentador era Kareem Abdul Jabbar, la leyenda de los Lakers, quien no pudo acudir por estar enfermo.
“En aquella época, principios de los 80 y 90, tuvo que ser más duro ser un europeo en la NBA y estar lejos de casa. Yo les tengo muchísimo respeto porque si fue duro para nosotros, no quiero imaginar lo duro que debió ser para los primeros que vinieron”, afirmó a este periódico Marc Gasol, el hermano menor de Pau, quien formó parte de la comitiva que acompañó a la estrella del Barça. Pocos como Marc han seguido tan de cerca la trayectoria de su hermano mientras construía la suya, que brillaba con luz propia. “En un deporte colectivo, donde es extraño el premio individual, formar parte de este grupo y esta clase, me parece increíble”, dijo Marc de su hermano mayor.
Sobre el escenario, Pau recordó a la audiencia que fue traspasado por su hermano. “Qué locura, probablemente somos los únicos hermanos que han sido cambiados el uno por el otro”, aseguró. En los últimos días, la prensa estadounidense ha recordado la historia de aquel fichaje, que cambió la historia familiar y el destino de la NBA a finales de la década de los 2000.
El acuerdo fue construido en secreto durante varias semanas de 2008 y comenzó con un encuentro en Italia entre el dueño de los Lakers, Jerry Buss y su estrella, Kobe Bryant, a quien se le agotaba la paciencia por no contar con la ayuda para conquistar un título. Buss le pidió un poco más de tiempo para buscar la pieza que el equipo la necesitaba. Él y su hija, Jeanie Buss, quien hoy mueve los hilos de los Lakers, fijaron el objetivo en Gasol, quien llegó a la NBA en el draft de 2001 a los Memphis Grizzlies y al año siguiente se convirtió en el primer extranjero nombrado novato del año. Memphis, una franquicia en crisis, logró un atractivo acuerdo mandando a Gasol a Los Ángeles a cambio de tres jugadores, una selección de primera ronda del draft y los derechos sobre Marc, quien alargó el legado de los Gasol en Tenessee. La carambola para lograr el traspaso fue ampliamente criticada.
Uno de sus mayores críticos con ese fichaje fue el entrenador de San Antonio, Gregg Popovich, quien lo calificó de “incomprensible”. Hoy, en una jugada del destino, Gasol y Popovich han entrado juntos al Salón de la Fama. La severidad utilizada por Popovich, el entrenador con más triunfos en la historia de la NBA, fue porque sabía que los Lakers habían conseguido al fin la pieza para hacerse casi invencibles en el Oeste. Dirigidos por Phil Jackson, los Lakers llegaron a tres finales consecutivas. La primera la perdieron contra Boston. Kevin Garnett, la estrella de los Celtics, formó parte de su homenaje hoy. “Se convirtió en un monstruo. Muy poca gente dominó en la NBA y a nivel internacional como hizo él”, aseguró Garnett en un video, en referencia a las tres medallas que Gasol ganó con la selección de España.
Uno de los momentos más emotivos de la noche para Gasol fue cuando recordó a Bryant. La primera noche en que llegó a Los Ángeles después de aquel bombazo que fue el traspaso. La estrella de los Lakers le había mandado un mensaje. Quería ir a verlo al hotel al que había llegado. No importaba que fuera a altas horas de la noche. “Quería asegurarse de que comprendiera el mensaje: bienvenido a la ciudad, bienvenido al equipo. Ahora tenemos que ganar un campeonato. Y eso fue todo. Después de eso dijo buenas noches”, aseguró el pívot. “Nada me gustaría más que estuvieras aquí junto con Gigi”, añadió después en recuerdo del accidente aéreo que acabó con la leyenda del baloncesto y la vida de otras ocho personas, entre ellas su hija.
Sobre el escenario, los homenajeados recordaron sus inicios, el primer momento que los enamoró del juego. De qué estrella del baloncesto vieron en televisión y comenzaron a imitar en las canchas. Fue el caso de Dwyane Wade, quien creció en Chicago yendo a encestar pelotas con su padre a los cinco años. Esta noche ha confesado que utilizó mallas en el brazo durante sus 15 años de carrera, y cuatro campeonatos, en honor de Allen Iverson. A su lado, el guardia de Filadelfia que rompió todos los moldes, lo escuchaba junto a él y se limitaba a tocarse el pecho como agradecimiento. Wade, estrella de Miami, hizo subir a su padre por haberlo iniciado en este viaje. “¡Estamos en el Salón de la Fama!”, le dijo en medio de un abrazo.
La promoción 2023 pidió a las nuevas generaciones no dejar de soñar. “Siempre digo a mis hijos que sueñen en grande. Si cuando cuentas tus sueños no se están riendo de ti es que no estás soñando lo suficientemente en grande”, dijo Tony Parker, otra leyenda que se ha elevado a lo más alto del baloncesto en la generación más europea del Salón de la Fama.
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